Los amantes de las expresiones
culturales bizarras estamos en éxtasis desde hace un par de días, gracias a la
hilarante viralidad que ha conseguido el presunto chalet de Luis de
Garrido para Messi: saludable como poco que una disciplina con tan alto
concepto de sí misma como es la
Arquitectura sucumba a fenómenos tan universales a la sociedad-red
como son los fakes y los hoax. Oportunidad magnífica además para
conocer gracias a los foros de Marca
o Sport
cuáles son las ideas sobre arquitectura del gañán ibérico medio, bastante más
sensatas de lo esperado: casi todos coinciden en que el chaletón en cuestión es
una sobrada, una horterada, una
vulgaridad de pésimo gusto y nulo interés arquitectónico. Desde la
inauguración del Allianz y el Nido de Pekín, no se escuchaba al hispanistaní
medio hablar con tanta pasión sobre arquitectura. Lo asombroso del caso es la
temeridad del tal Garrido en su propuesta de un proyecto tan decididamente
incorrecto, que a cualquier ojo educado en una ETSA le resultará aberrante:
encuentro saludable que haya gente por ahí produciendo ideas tan chifladas como las de la casita de marras, que por lo
menos se atreve a pasarse por el arco del triunfo los criterios que el
arquitecto medio utiliza para hablar de “buena
arquitectura”. Pluralidad divino tesoro (y Alejandro de la Sota revolviéndose en su
tumba).
No conocía al tal de
Garrido y ha sido todo un descubrimiento para mí: un “visionario” pop a la
vieja usanza que se sirve de un discurso pomposo de Esencias, Simbologías y
Trascendencias para legitimar sus simpáticos proyectos, que en el fondo
divierten por lo que tienen de sinvergonzonería. El caso es que el sujeto en
cuestión dirige un curso llamado Máster Avanzado de Arquitectura
Sostenible y Bioclimática, lo cual no hace más que añadir leña al fuego
a su carisma de “arquitecto de las
celebrities”: si algo queda claro en toda esta noticia, es que “lo verde”
es decididamente tendencia, e independientemente de su conveniencia ética, la
sostenibilidad ha adquirido ya el glamour capaz de persuadir a los bolsillos
más pudientes, y estamos ante una de las modas de mayor pegada de los últimos
años, a la altura del falso povera de
los interiorismos de Prada o Loewe: no les quepa duda de que en los próximos
meses las tiendas de Zara utilizarán pallets y acero oxidado como signos de
decoración cool, pues la tendencia “decrecimiento” es ya trending topic entre los productores de iconografía para las masas.
Este momento histórico es el del nacimiento del Sostenibilismo, o la sostenibilidad travesti mediante gestos
epidérmicos. Si naciste sin tetas, siempre puedes ponerte unas de silicona: ya Paul
Valery demostró la hondura ontológica de dicha estrategia, que resumió
en su insuperable aforismo “lo más
profundo es la piel”.
En la página del master
bioclimático dirigido por Garrido, aparece fugazmente el proyecto más
divertidamente camp del sostenibilismo que haya visto jamás: una pirámide de Egipto recubierta por un
“jardín vertical” verde que, como idea energéticamente eficiente, no tiene
ni pies ni cabeza. Construir, mantener y regar constantemente un prado sobre
los faldones de las pirámides, en una de las zonas menos húmedas del planeta y
sin ningún objetivo productivo auténtico, supone el paroxismo de lo sostenible como
mero juego de representaciones. Independientemente de lo ecológicamente ruinoso
que supondría llevar a cabo un proyecto así, el discurso de Garrido defiende la
coherencia de su postura argumentando que se trata ante todo de un trabajo de “símbolos”. Sea como fuere, una de las
imágenes explica el funcionamiento hidro-térmico de la pirámide verda, así que
quién sabe si me expongo a un oned y su idea es más feliz de lo que pudiese
parecer… Sin embargo, la severidad del clima del desierto me hace ser muy escéptico
ante la eficacia real de la idea.
El tema tiene más sustancia de lo
que parece (apuesto a que el 99% de ustedes lo despachará con un contundente “ese proyecto es una castaña”) porque lo
que se cuestiona (o mejor dicho, se reivindica) es la capacidad de las simbologías para producir realidad. Máxime
cuando quizás lo más urgente para la sostenibilidad hoy en día, es proveerse de
un aparato estético que la haga resultar (parafraseando al gran Xoan Mosquera)
sexy. Otro tema es si el tal de Garrido es el visionario llamado a cumplir un desafío tan trabajoso… La verdad es que viendo
el proyecto que tuteló para Messi, nos reservamos al menos el derecho a la
duda.
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